El gato de mi hermana (Pankun se llama el susodicho) es, en general, un animal de lo más tranquilo. No es la primera vez que se asoma por este blog, pero es que ayer me acerqué a hacerle unas fotos y no podía resistirme a compartir con vosotros algunas de ellas.
Es curioso, pero cuando saco la cámara e intento hacerle las primeras fotografías no hay manera de que se esté quieto. Se acerca a la cámara, desconfía, olisquea el objetivo, trata de agarrar la correa…
Sin embargo, una vez que se ha acostumbrado a tener cerca ese extraño artilugio que hace “¡click-clack!” de vez en cuando, el felino adopta una pose tranquila y da la sensación incluso de estar posando para el fotógrafo.
Para los amantes de los animales, os diré que se trata de un gato de raza Maine Coon que ronda el año y medio de edad y que ahora mismo pesa unos 8 Kg. Para los aficionados a la fotografía comentar que las fotos están hechas con una Nikon D300 y un objetivo AF-S DX 35mm f/1.8 G de la misma marca.
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